Por Marlina Roh | Argentina
¿Les pasa de no poder esperar ni 10 minutos para ver el teléfono celular una vez que sintieron vibrar la superficie donde lo apoyaron?, si se encuentran en una ventana de internet que no es la del mail pero lo tienen abierto y ven que el marcador numérico entre paréntesis se incrementa, pueden esperar a terminar lo que están haciendo para ver de qué se trata el nuevo correo?
Seguramente son muy pocos los que pudieron dar dos negativas consecutivas a mi planteo.
La neurociencia se ha estado encargando de estudiar la relación entre los hombres y el frenético uso de la tecnología. Y descubrieron que la vibración del celular o la llegada de un mail a la pc activa las neuronas que libera el neurotransmisor dopamina en los centros de placer del cerebro, produciendo una experiencia de placer volátil e incompleta, como lo hacen las drogas o las apuestas.
Según el neurocientífico Peter Whybrow, del Instituto Semel de Neurociencia y Conducta Humana de California “la Internet es como cocaína electrónica”, que nos deja envueltos en una conducta compulsiva de chequear los mails cada hora, mirar el celular cada 20 minutos y sentir una sensación de desnudez insoportable si al llegar al supermercado nos damos cuenta que nos olvidamos el celular.
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A su vez, Jaak Panksepp, neurocientífico de la Universidad Estatal de Washington, asiente que para generar frenesí en un animal basta con darle pequeños trozos de comida, este acto de estímulo continuo e insatisfactorio produce un circuito de dopamina hiperactivo. Es así como se explica que los reducidos trozos de información (¿Twitter les suena?) que recibimos con el vibrar del teléfono nos deja perdidamente atrapados en una actitud compulsiva de necesitar más vibración/información.
De hecho, es tan profundo el asunto, que seguramente alguna vez pudiste haber vivido “la vibración fantasma”, que es cuando el cerebro cree haber escuchado vibrar al celular y en realidad no fue así.
Esta nueva adicción, según los estudiosos se basa en una necesidad constante de lo novedoso
Ya había dicho algo al respecto el filósofo Martin Heidegger, quien concluyó que el ser humano venera a la novedad de tal manera que no se satisface de ella en lo absoluto, ya que la novedad deja de serlo una vez “consumida”.
¿Escalofriante, no?
De todas maneras, tenemos una gran responsabilidad como lo tendríamos con cualquier otra adicción. Existen buenas prácticas para combatir esta manía, o mejor dicho disminuirla.
De hecho he encontrado una campaña muy interesante aquí mismo en Ridyn: VER CAMPAÑA
No voy a negar que siempre terminamos siendo grandes víctimas del sistema, pero no eludamos nunca la responsabilidad que nos compete y hagámonos cargo de lo que sí podemos hacer por mejorar nuestra calidad de vida.