LA EXCLUSIÓN, LA EXCLUSIÓN, LA EXCLUSIÓN
a falta de contacto interpersonal, el egoísmo, el arribismo de clases inseguras de sí mismas, la ignorancia del otro y de lo que está pasando en el mundo, la perspectiva de tratar a los vecinos como extraños, o extranjeros, que vienen a invadirnos pero que en el fondo son hermanos de sangre, como en el caso colombiano, gente originada en lo rural, en una sociedad que proviene de la emigración del campo a la ciudad en los últimos cincuenta años en un 90%, puede pensarse que es el origen de nuestra desintegración y exclusión.
En una población, que creció desde 18,5 millones de personas en el año de 1965 hasta 47,5 millones en 2014, luego de un cambio del modelo económico y una tenaz violencia, con un índice de concentración de la riqueza Gini en el año 2013 de 0.539, el cuarto más alto del mundo, de pobreza del 30.6%, y uno de indigencia del 9.1 %.
Esta misma exclusión del otro sería también la causa de que en USA se discrimine a los negros en su sociedad WASP, white, anglo-saxon and protestant, por ser negros y pobres, que los blancos huyan de sus vecindades como en sectores de Miami, o que la policía los trate de detener o mate por sospechosos, como fue el caso de Michel Brown en Ferguson, Missouri, el asesinato del niño negro que tenía una pistola de juguete, la muerte de Akai Gurley, por el policía Peter Liang en un edificio de New York, o el del policía Daniel Pantaleo, que estranguló a Eric Garner en el intento violento de arrestarlo, también en New York, todos ellos desarmados.
Estos hechos conducen a preguntarse si se deben a una falta de trato interpersonal dentro de una sociedad egoísta, provinciana e indolente, plena de prejuicios raciales de superioridad, originados en su falta de educación, y que la hace incapaz de ver a sus semejantes negros como seres humanos.
Es que, igual que los hechos de USA, se dan las periódicas muertes de palestinos por parte del ejército de Israel, tal como el reciente caso de Ziad Abu Ein, un ministro de la Autoridad Palestina, que participaba en una marcha pacífica y que murió el 10 de Diciembre de este año, y que suceda aquí en Colombia, que el cuestionado alcalde de Bogotá, Gustavo Petro, proponga que un grupo de desplazados de la violencia vayan a vivir en el exclusivo barrio del Chicó, elitista y burgués, en nuestra capital que siempre ha sido discriminatoria con los provincianos campesinos que confluyen a ella huyendo de las sucesivas violencias que han existido desde la llegada de los españoles, y que los tradicionalistas protesten por tener que convivir en sus vecindades con ellos, pongan el grito en el cielo y se rasguen las vestiduras, en una ciudad que se halla dividida entre gente decente bien que vive en el Norte y la chusma mestiza, o los lobos, que viven en el Sur, olvidando que siempre en Bogotá ha habido barrios de estratos de gente de bajos recursos, en medio del tradicional Chapinero de la iglesia de Lourdes o cercanos al barrio del Chicó de los años 1960 o al Barrio del Retiro, de casonas muy bien habilitadas con grandes espacios donde han vivido por siempre la gente play cercana a las Embajadas, y se halle en sus vecindades el exclusivo Country Club.
Sucede y acontece que todos estos barrios bogotanos se hallan en proceso de transformación a zonas de uso comercial y mixto, en una economía que se viene embocando hacia el comercio de artículos de importación, dentro de una ciudad que se ha convertido en una urbe cosmopolita que pertenece a gente oriunda del país entero.
Y es que estos barrios obreros tan tradicionales como lo más tradicional del Bogotá burgués, como aquéllos barrios populares que menciona Borges de Buenos Aires, donde saltan los cuchillos, siempre fueron muy recursivos por su cercanía con todos los barrios de la ciudad para hacer compras de artículos de consumo de primera necesidad, hablo de los artesanos trabajadores del barrio de las Ferias, de Usaquén, de los que modelaban las lápidas del Cementerio de la calle 26, del barrio 7 de Agosto, de los Barrios Unidos, del barrio Alfonso López de la calle 51 con carrera 24, del barrio alto de Juan XXIII, de la Perseverancia cercana al centro de la ciudad con trabajadores procedentes de la fábrica de cervecería Bavaria en donde, aún los ricos elitistas y bien puestos, siempre aprovecharon los precios más bajos de sus comercios y tiendas para hacer mercado, arreglar los carros o hacer compras, para no hablar del Barrio Restrepo en el Sur, donde siempre se compraron zapatos o se fue a frecuentar sus pescaderías o, en tiempos más remotos y bohemios en los inicios del siglo XX, del barrio de las Cruces, a donde se iba a parrandear y a cantar y tocar pasillos y bambucos, y que de allí proceden los antepasados de los famosos Rauch, los chefs más famosos de Colombia.