¿Has trabajado intensamente muchas horas de corrido sin notar cansancio, incluso perdiendo la noción del transcurrir del tiempo? Si tu respuesta es un «sí», has experimentado el estado de fluidez.
El concepto de flow, desarrollado por el psicólogo Mihály Csíkszentmihályi, es definido como ese estado en el que la persona se encuentra completamente concentrada en una actividad que le da gran satisfacción, mientras el tiempo parece «volar» y las acciones, pensamientos y movimientos se suceden unos tras otros con prisa y sin pausa. La persona está disfrutando de esa actividad, valiéndose de sus destrezas y habilidades en su máximo potencial.
Quien tiene fluidez es capaz de producir, expresar y relacionar ideas frente a un problema, no se detiene. Más importante que la calidad de aquello que produce es su actitud de no desanimarse, no estancarse subestimando su propia idea, su propia producción. La fluidez implica una actitud, la actitud de tener ganas, de involucrarse con el problema, de superar un sinfín de obstáculos y seguir adelante.
La persona capaz de fluir encara su trabajo como un juego más que como una obligación, siendo su deseo personal el principal motor de sus acciones. Uno de los mayores exponentes del concepto de fluidez en la pintura es Pablo Picasso, quien realizó más de 20.000 obras durante toda su vida, descubriendo su pasión y poniéndola en marcha con tan solo diez años de edad.
La fluidez es el primer pilar fundamental que compone la creatividad, ya que inspira a la persona a visualizar alternativas a los paradigmas establecidos, improvisar cantidad de ideas y acciones para solucionar nuevos problemas. La persona creativa se vale de la apertura mental que favorece el estado de fluidez, para encontrar respuestas innovadoras.
Fluidez es avanzar, es hacer sin detenerse, es asumir el riesgo… ¡y disfrutarlo!
¿Ya has descubierto qué te hace fluir?