Suelo planificarme por temporadas, organizando mis objetivos en semestres. ¿Cómo lo hago? Planifico metas que pueda lograr en ese tiempo, así me resulta más fácil visualizar los resultados sin dejar de sentir emoción por ninguno de los planes. Es muy interesante poder palpar cada objetivo logrado que obtengo en gran parte gracias a un pequeño grupo de personas de mi entorno, quienes ocupan protagonismo en cada escenario en el que me muevo: académico, laboral y familiar.
El ejercicio de los seis meses me ha ayudado, entre otras cosas, a ver quiénes de esas personas permanecen a mi lado en el éxito y en el fracaso; casi siempre la respuesta es: los mismos que han estado siempre.
Es fácil notar cómo este grupo de personas que todos tenemos cerca, ya sean amigos, ya sean colegas, se emocionan por instantes y deciden participar activamente en nuestros proyectos en esos momentos de inspiración cuando se nos ocurren ideas, modelos de negocios, mejoras para el estudio, planes familiares, etc., pero durante el proceso de ejecución desaparecen sigilosamente sin siquiera dejar rastro. ¿Por qué sucede esto? ¿Acaso nuestra sociedad es incapaz de comprometerse?
El viajero y escritor John Gardner dijo: «El compromiso requiere trabajo duro bajo el calor del día; requiere un esfuerzo leal en nombre de los propósitos elegidos y del enriquecimiento de los valores». Entonces, ¿qué determina nuestro compromiso? Creo que hoy es difícil enumerar razones concretas, ya que pueden estar ligadas a la situación en la que cada individuo se encuentre y al lugar que ocupa la organización o proyecto en su presente/futuro. Sin embargo, existen fórmulas básicas para que nosotros podamos sumarnos y decidir si debemos ponernos o no la camiseta:
• Evaluar si la oportunidad que se nos presenta o la invitación que nos han hecho es importante para mí y los demás.
• Ver si los líderes y modelos de trabajo son inspiradores.
• Estudiar si el ambiente en el que se desarrollará la actividad me va a nutrir. ¿Voy a expandir mis habilidades? ¿Será un beneficio para mi vida ser parte del equipo? ¿Es realmente un desafío destacado?
• Determinar si mi aporte logrará algo importante.
Estos son planteamientos que me hago al encarar un proyecto al que soy invitado, aunque es un poco más extenso estar del otro lado, es decir, ser nosotros los que deseamos sentir el compromiso de otros hacia los proyectos que queremos ejecutar, pero de eso hablaremos después.
Como cierre, quiero dejar una reflexión. Desde muy joven trabajé en lo que me ha apasionado, formé parte de organizaciones muy importantes donde, siendo muy chico, me brindaron la oportunidad de comprometerme para ocupar un cargo y dar la cara por ellos. Cuando sentía que había cumplido mi ciclo vital (porque todos tenemos uno), lo comunicaba y avanzaba, de esta forma, evitaba que la energía me traicionara y disminuyera la calidad de mi desempeño.
Los invito a que lo hagan. Cuando sientan que ya no están en sintonía y comprometidos con alguien, háganselo saber; porque, como oí decir en la película Kingsman, «los modales hacen a los hombres».
*Texto incluido en El tiempo y el lugar de las cosas.