Reír: Verbo breve, que da cosquillas y es contagioso. Nada es más lindo que ver a alguien reír, está garantizado que reír hace bien, alarga la vida y previene la peor de las enfermedades, que es volverse renegado y enojado crónico, con “quejosis múltiple expansiva”, un bajón. Nadie quiere eso, no.
Reírse de uno mismo, entonces, pareciera ser una gran salida, o entrada, para disfrutar los beneficios y contágialos a los demás, dos en uno. Será en parte por eso, y en parte por lo otro que últimamente cada vez más gente asume su payasés y se acerca a los cursos de “Clown”. Ahora, ¿Clown es lo mismo que payaso? Técnicamente sí, pero como en muchas ramas del arte, el certificado y el rótulo lo otorgan los aplausos ajenos y el amor propio del actor en cuestión… es ahí donde se torna confuso el asunto. Suele ser que el que se proclama payaso, sea un aprendido de la acción misma de payasear de modo autodidacta y el que se dice clown, haya pasado por un estudio mayor o menor de la técnica teatral. Hay casos en que uno simplemente se siente más “payaso” que “clown” o viceversa y punto.
Lo cierto es que el “Clown”, es una disciplina muy antigua, que vale diferenciar de la técnica de Bufón. El clown es un personaje que tiene sus antecesores en la antigüedad, en épocas de imperio Egipcio. Con el tiempo fue perdurando y evolucionando. Pertenece al arte popular y continúa hoy en día como uno de los personajes infaltables del arte callejero. En la época de la comedia del arte, en Italia tomó diversas formas que clasificaban un tipo de comportamiento tipificado para cada tipo de payaso: Pierrot o Carablanca, Augusto, Contra-Augusto, Arlequino..
El público podía reconocerlos rápidamente por su atuendo y maquillaje y así ya saber qué rol cumpliría el personaje en la comedia (ya que los roles tipificados son caracteres fijos de comportamiento: el bueno, el malo, el gritón, el llorón). Luego el clown es adoptado por el Circo, y ésta se vuelve su gran casa. En Inglaterra y en Francia, grandes referentes del teatro físico, estudiaron y desarrollaron técnicas, que son las que hoy por hoy se enseñan en un curso de Clown.
El humor del clown, a veces es sonrisa, reflexión profunda y existencial. Otras se basa en el humor físico y la utilización del “gag”, a veces un error marcado y repetido. Tiene un ritmo muy particular y se caracteriza por la mirada al público en busca de complicidad.
Ponerse una nariz roja, resulta un acto catártico que exorciza los propios monstruos y ajenos, cuando los espectadores, pueden identificarse con los éxitos y fracasos de ese ser que se muestra vulnerable ante todos los ojos que lo miran. La nariz roja es emblemática, pero no convierte a una persona en payasa (diferenciemos disfrazarse de payaso con SER un señor Payaso).
Es la máscara más pequeña que existe y se gana luego de un profundo recorrido, al menos así me han enseñado mis maestros. El camino del clown es un mundo de eterna indagación en uno mismo, un camino de comprensión y amistad con las partes que nos componen como personas. Obliga a retornar al estado de juego propio de la niñez, y nos ayuda a decir que sí a todo desafío.
El clown se nutre de la estupidez humana que nos es inherente, por eso será tan sano, tan amigable y tan querible. Lejos de estereotipos de perfección inalcanzables y tomando sus defectos como sus puntos de fuerza, celebro la alegría de ser clown y los invito a buscar por ahí y por allá.
DATAZO EXTRA, para ver reír y/o aprender
Maestros de maestros; en nuestro país, Argentina, hay una cofradía clown superpoderosa. En los 80´s ellos eran “clú del claun” y juntos hicieron historia en las risas porteñas y del mundo.
Algunos de ellos dan clases y los recomiendo: Cristina Martí, Gabriel Chame Buen Día, Guillermo Angelelli. En los escenarios de varietes, eventualmente, o con sus unipersonales, o ya dando vueltas por el mundo se pueden ver a “los herederos” de esta generación: Lila Monti, Marina Barbera, Darío Levin. Son algunos clowns geniales que también dan clases particulares.
En una última escala generacional están los nuevos ocupantes del trono del Humor de la escena under. Se los puede ver en escena siempre, porque son exitosos y no paran de llenar salas. Ellos son los “Bla bla” y su espectáculo, “Puro Bla bla”.