En la escena emprendedora resuenan ciertas frases y palabras que acompañan el discurso de cada mentor y consultor, y repercuten en aquel que emprende y comienza a vivir de su sueño, de su pasión. Cuando estas se usan, de alguna manera gestan la personalidad de quien las pronuncia, llegando hasta el punto de transmitirles a otros su determinación por cualquier objetivo que tengan entre manos. Exaltado, a puro fervor, emocionado, este sujeto podría, en un descuido, pisar la delgada línea que existe entre el entusiasmo y la obsesión.
Decía que esto suele ocurrir en el ecosistema emprendedor porque, como ya lo he escrito en anteriores artículos, en algún punto, «alguien» vio en ellos (en los emprendedores) un cliente más para el que había que diseñar cientos de productos, que este pequeño aspirante a empresario consumirá hasta hacerse prácticamente adicto. Productos como e-books, podcasts, artículos repletos de frases inspiradoras de empresarios digitales dueños de Silicon Valley, workshops y cursos donde se prometen las claves para emprender sin dolor, etc. Pero ¿cómo lograron convencer al mercado emprendedor? Haciendo uso de la manipulación, que casi siempre se percibe como «sana» gracias a frases endulzadas con palabras clave como pasión, libertad, independencia, sueños, éxito, metas, logros y unas cuantas más.
Entonces, sabemos que cuando se componen frases como: «Vive de tu pasión» y «Sé tu propio jefe» se puede lograr la reacción en cadena de un grupo de individuos insatisfechos con su realidad que de alguna manera quieren «reescribir» parte de su historia por sí mismos. Es así como, sin darte cuenta, cuando cumples algunas de las enseñanzas compartidas por los facilitadores de esos mensajes, comienzas a sentir que el éxito ha llegado a tu vida. Lo que, obviamente, no es malo. Pero, si te lo pones a pensar, esto ocurre porque, en principio, el entusiasmo y la disciplina abonaron el terreno para eso. Ahora bien, el reto está en mantenerlos.
Confieso que he visto a pequeños emprendedores que, aun cuando sus herramientas para cubrir las demandas de algunos de sus objetivos eran limitadas, se aferraban tanto a perseguirlas (porque eso ordena el «manual del emprendedor» que consumen) que convertían esa mirada entusiasta en una peligrosa obsesión, una que podía atentar contra todo lo previo y posterior a su negocio.
Entusiasta versus obsesionado
El entusiasta es el que porta una facultad anímica que le impulsa a estar activo, actuar con buena disposición y vivir con la certeza de que sus afanes e intereses serán finalmente consolidados. Visto así, no puedo evitar pensar en que el entusiasmo suele atribuírsele, por ejemplo, a los enamorados. Pero, entonces, ¿al entusiasta lo mueve la fe ciega? En muchos casos esta es la impresión, pero aquel que encuentra un balance es el que logra darse cuenta de que ser entusiasta no debe volverlo ajeno a las dificultades y problemáticas que pueden surgir (y lo harán) relacionadas con su proyecto/objetivo y a las que, sin duda, aparecerán en la vida cotidiana de él mismo y de los suyos. Es una cuestión que se define cuando este hace uso de una visión panorámica de su realidad, de modo que le permita ver cómo va a reaccionar ante los diferentes climas que se presenten. ¿Por qué se hace énfasis en las reacciones? Pues porque esa es la clave para saber si eres un entusiasta o simplemente estas obsesionado con una idea.
Si volvemos al ejemplo de los enamorados, podrás sentirte entusiasmado por alguna posible relación sentimental, pero si ignoras las señales directas o indirectas de la persona a la que estás cortejando (esas que te dan a entender que no está interesada), rápidamente convertirás tus intenciones en obsesiones, es decir, te aferrarás a una idea fija que, aun cuando la razón y el otro dicten un veredicto, tú no podrás abandonar porque deseas a esa persona «a como dé lugar». Y si esto ocurre en el ambiente empresarial en todo el mundo, es, como lo decía antes, por un constante y difundido estímulo externo, ese que te exige ser exitoso todo el tiempo y perseguir la zanahoria hasta dejar la piel en el camino.
Una vez me vi en la obligación de orientar a dos emprendedores que, al principio, me parecieron ingenuos y que, con el paso del tiempo, pude comprobar que no solo lo eran, sino que también confundían el entusiasmo por su negocio en crecimiento con la obsesión por una expansión en un momento en el que debían dar solo algunos pequeños pasos para que ese crecimiento fuera escalonado y coherente. Estos emprendedores, a raíz de lo emocionante que les resultaba una nueva buena reseña o un punto positivo en su facturación del día, estaban asfixiados por estos «manuales del emprendedor» escritos por dudosos gurúes de negocios, y las decisiones que tomaban terminaron afectando no solo la estabilidad de aquel pequeño emprendimiento, sino también la de la economía de su hogar, poniendo en riesgo el sustento de su familia.
Cuando te sientes pleno (haciendo lo que te gusta, siendo productivo y teniendo el suficiente espacio para vivir tu vida), es cuando el entusiasmo que inyectas a tu realidad está en las dosis correctas, por el contrario, cuando día a día sientes que las horas no son suficientes para hacer todo lo que debes y sientes, es hora de pausarnos para reconsiderar cuál es el sentido de esta idea que nos roba el aliento.
Crédito de la ilustración de portada: http://www.ellenweinstein.com/
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