Muchos insistimos en creer que, al comenzar un nuevo año, algo maravilloso en el ambiente nos dará la oportunidad de poder, esta vez, «hacer las cosas bien», y es ahí donde aparece nuestro botón de reset.
Cada ciclo, conformado según el calendario gregoriano por 365 días, simboliza una etapa diferente en la que, al menos, nuestras acciones podrían encaminarse siempre para mejor (porque no es muy común escuchar decir a alguien: «¡Espero que este año todo me salga peor!»). Funciona como ese botón de reset que todo aparato computarizado tiene o debería tener. Desde que sentí la cercanía del fin de año, esta palabra me abordó antes de que pudiera darme cuenta: «Reset, reset, reset», parecía que estaba por todas partes, y eso que, de hecho, no soy un hombre muy atraído por la tecnología.
Si tienes contacto con algún computador (no puedo imaginar a alguien que no lo tenga), quizá hayas hecho uso de este recurso salvavidas. Usamos el botón de reset para restablecer nuestro sistema, y no podemos evitar asociar esto con la vida misma.
Y es que cada fin de año queremos disponernos a deshabilitar bloqueos, restaurar nuestros valores predeterminados y desmontar carpetas llenas de pensamientos desmerecidos y alojados en nuestro disco duro —el cerebro—, pero ¿en qué momento desinstalamos esa intención?
¡Reset ahora!
En español, el concepto que comprende el término resetear remite a reiniciar (empezar nuevamente), pero al igual de lo que sucede en el mundo informático, el botón reset no formateará el disco duro, es decir, los datos no se perderán. En la vida pasa lo mismo, tenemos la oportunidad de presionar ese botón imaginario como consecuencia de una ruptura; de alguna situación laboral, profesional o académica; de esa vez en la que todo salió mal y en la que fuimos irresponsables por no prestar mucha atención… Ahí es cuando hacemos ¡reset! Pero siempre debemos recordar que los datos almacenados en nuestra memoria siguen estando allí y deben ser utilizados a nuestro favor para que no repitamos errores haciéndolos mutar en algo irreparable.
La computadora es un reflejo del ingenio del hombre. Detenerse a ver el simbolismo que hay en ella nos ayudará a comprender las configuraciones que, como seres vivos, tenemos a flor de piel. Entonces, cuando desees darle un vuelco a tu vida, pregúntate ¿estoy listo para un reset?
*Texto incluido en El tiempo y el lugar de las cosas.