Se puede preguntar ¿si la historia que pasó alguna vez tiene la tendencia a repetirse, como pensaban los griegos en la época arcaica, siglos VIII a VI A.C.. con su concepción de una historia cíclica según Hesíodo y luego Plutarco, o el moderno Oswald Spengler, o si por el contrario la historia es lineal y se mueve hacia un punto superior llamado la Ciudad de Dios, o Civitatem Dei, de San Agustín, siguiendo la Biblia, o el progreso, como piensan, los filósofos Emanuel Kant o Compte?
Los últimos acontecimientos parecieran mostrar que estamos repitiendo el ciclo ya vivido en la Edad Media europea en los siglos X a XII D.C., cuando se dio el enfrentamiento entre el Sacro Imperio Román Germánico, herencia del Imperio Carolingio y huella del antiguo Imperio Romano, encabezado ahora por la casa de los Hohenstaufen de Suabia, Sur-Oeste de Alemania desde su castillo de Waiblingen, de donde procede el nombre del partido de los Gibelinos, contra el Papa-Rey de Roma, apoyado por la casa de los Welfen o Guelfos de Bayern o Baviera, Sur de Alemania, y a su vez, la Europa cristiana como un todo contra el mundo Musulmán del Oriente Próximo para liberar los lugares sagrados de Jerusalén por medio de las Cruzadas, organizadas por el Papa Urbano II y Godofredo de Buillon, y así poder sobreponerse a los Emperadores del Sacro Imperio, frente al mundo cristiano, en el conflicto por el nombramiento de Investiduras en los feudos papales o del Emperador.
La Europa actual entonces, pareciera ser un ciclo más del desarrollo del Sacro Imperio Román Germánico fundado en el siglo X D.C y que subsistió nominalmente mil años hasta la época de Napoleón, aunque debilitado después de la guerra de los 30 años entre 1618 y 1648 D.C., finalizada con el tratado de Westfalen. Dicho Imperio constituía un sistema conformado por feudos semi-independientes y autárquicos de naciones de diversas etnias y diferentes idiomas, que pagaban tributo al Emperador, cuyo título no era hereditario sino decidido por ocho electores que se reunían en la ciudad de Frankfurt am Main.
El Imperio, abarcó por épocas los actuales países de: Este de Francia, Alemania, Paìses Bajos, Luxemburgo, República Checa, Eslovaquia, Hungría, Austria y el Norte de Italia, países que hoy todos pertenecen a la Unión Europea, no tuvo una capital específica, ya que sus instituciones residieron por épocas en Regesburg o Ratisbona en el Este del actual Land de Freistaat Bayern, donde se emplazó la Dieta Legislativa o Reichtag; el Consejo Aúlico o Reichshofrat, en Viena, Austria, y la Cámara Imperial de Justicia o Reichskammergericht en diferentes ciudades según la época.
Napoleón clausuró en 1806 el Sacro Imperio, para intentar revivirlo bajo la cabeza francesa pero fue derrotado en Waterloo. En la época, el mundo alemán se venía polarizando en dos focos: la Prusia de Federico el Grande y Austria de María Teresa, madre de María Antonieta, guillotinada en la Revolución francesa. Hacia 1870, sesenta y cuatro años después de finalizado el Imperio, se unifica la Alemania de Bismark como país centralizado, y Austria. apoyada en la región y cuenca del río Danubio, se constituye con Hungría en el Imperio Austro–Húngaro.
La competencia por el mercado lleva a los poderes mundiales, Inglaterra y Alemania a la Primera Guerra Mundial en donde se deshace el Imperio Austro-Húngaro en Sarajevo, el antiguo Imperio Otomano es repartido entre regiones y países, algunos en el Cercano Oriente dominados por Inglaterra y Francia, el Imperio Ruso se convierte al comunismo y Alemania es derrotada y humillada en Versailles, conservando en parte su infraestructura.
Con Hitler como Canciller de Alemania se intenta, hacia los años de 1930, el Tercer Reich, una nueva unificación europea siguiendo las huellas del Sacro Imperio, pero al caer vencido por sus acciones en contra de la humanidad, en la Segunda Guerra Mundial, la Alemania de Adenauer revive el hito de la unificación y del Imperio, y después de varios años, se consolida una nueva versión ahora democrática, capitalista y liberal, pero con base en los mismos países europeos que habían constituido el viejo Sacro Imperio Román Germánico y otros más periféricos, dando lugar a la actual Unión Europea, que se compone de 28 países,
Durante el siglo XX los países del Cercano Oriente, construidos y patrocinados por los triunfadores de la Primera Guerra Mundial, se convierten geopolíticamente en necesarios para el suministro de petróleo y cuando Hussein pretende romper ese orden y recuperar el sur de IRAK, el puerto de Basora localizada en la desembocadura del Shatt al-Arab, USA se inventa el pretexto de los “Weapons of mass destruction” e invade la región desarrollando una cruenta guerra que rompe el equilibro de la convivencia de tres grupos antagónicos: Chiitas, Sunitas y Kurdos, dando preponderancia a los Chiitas, quienes excluyen del gobierno a sus enemigos tradicionales los Sunitas y crean las condiciones para su descontento.
En el momento histórico actual, un grupo de Sunitas fundamentalistas que quieren crear un Califato en el Norte de Irak, rico en petróleo, se lanzan sanguinariamente a construir el ISIS o Estado Islámico, a partir de sus conquistas en la guerra civil que se desarrolla en Siria contra Asad, cuyo padre fue aliado de Hussein en su partido socialista, no religioso y panárabe del Baath o Baaz , el Renacimiento, y vienen conquistando el Norte de IRAK y el Este de Siria.
El ISIS emplea como arma el terrorismo, ha matado comunidades de sectas cristianas y minorías de creencias arcaicas persas, prohíbe que las mujeres estudien, y ha realizado públicamente en la televisión decapitaciones de ingleses y norteamericanos.
Entonces, como en el siglo X, el presidente Obama de USA convoca, al igual que el Papa Urbano II predicó la Primera Cruzada, a una nueva Cruzada para combatir el ISIS que representa en el momento a los enemigos del Cristianismo y de la Civilización Occidental, pero que cuentan con el apoyo encubierto de mucha gente del mundo sunita del Cercano Oriente al igual que de personas de origen árabe que son ciudadanos de USA, Alemania, Inglaterra y Francia.
Participan en esta Cruzada del siglo XXI la Otan, representando la Unión Europea, imagen del antiguo Sacro Imperio Román Germánico con sus propias diferencias con Obama, al igual que los Emperadores alemanes frente al Papa en el siglo X, y de otros miembros de la Cruzada como Putin de Rusia, que se halla enfrentado con USA por la secesión del Este de Ucrania a donde la Otan está metiendo las manos y que apoya al presidente Asad de Siria, combatido por Obama, varios países árabes de los inventados por Occidente después de la Primera Guerra Mundial, tales como Arabia Saudita y Jordania que combaten al ISIS porque reciben apoyo de USA, pero que son tildados de tiranos y sorprendentemente Turquía, descendiente del antiguo Imperio Otomano, que tiene aspiraciones a ser miembro de la Unión Europea pero que no lo aceptan todavía porque le tienen desconfianza por ser islámico, Canadá y Australia que pertenecen al Commonwealth inglés, y el débil IRAK chiita, que es apoyado por Obama pero que no tiene simpatías en el mundo Sunita ni Kurdo.
El vecino país de IRAN, la antigua Persia, es fuerte e influyente en la región y es el epicentro del mundo Chiita, los seguidores del cuarto califa después de Mahoma, Alí, que fue asesinado por los Omeyas que dieron origen a los Sunitas en el siglo VIII D.C. Este país fue invitado a participar en la Cruzada pero afirmó que no participaba porque USA tiene las manos sucias en la región.
Se podría entonces plantear la pregunta:
¿De esta Cruzada para la guerra conformada por intereses divergentes, confrontaciones, enemistades, suspicacias, creencias e ideologías opuestas, al igual que de las ocho Cruzadas de los siglos X a XII, que sembraron el odio entre los musulmanes, se podrá entonces esperar algún resultado apropiado a la convivencia y a la paz de la región del Cercano Oriente en el futuro próximo?