Un psiquiatra japonés y una palabra que lo define todo
El psiquiatra japonés Kobayashi Tsukasa afirma que una estrategia fundamental para superar miedos, trabas y frustraciones es encontrar nuestro propio ikigai, palabra nipona cuyo significado aproximado sería ‘la realización de lo que uno espera y desea’. Claro, esto solo se obtiene cuando alcanzamos la madurez personal y logramos reconocer el valor de la vida que tenemos. Pero hay otra definición de ikigai que me gusta más por su atractiva simpleza, y es esta: ‘la razón de levantarnos cada mañana’. Y aquí sí quisiera detenerme un poco.
Cuando encontramos un oficio o una profesión que define y da sentido a todo aquello que nos hace únicos, es decir, a aquello que refleja nuestra verdadera y exclusiva identidad, encontramos mucho más que una ocupación o una actividad laboral, encontramos nuestra razón de ser en el mundo. Este es, según los antiguos griegos, padres de nuestra cultura, un impulso poderoso que empuja a las personas en una sola dirección, que no es otra que la que las conduce a su verdadero propósito en la vida.
Algunas reflexiones sobre el ser y el hacer
Muchas veces escuché frases como «Lo que hago no es en verdad lo que quiero hacer» o «Yo soy esto porque otros esperan que lo sea». Lo que me llevó a pensar en la diferencia entre ser y hacer o, si me permites ir más lejos, entre ser lo que haces y hacer lo que eres. Te aclararé esta idea.
Si soy lo que hago, cualquier riesgo que amenace mi trabajo o profesión pondrá en duda mi identidad. Por ejemplo, el día que, por despido, enfermedad, quiebra económica o cualquier situación caótica que se te ocurra, no pueda hacer eso que hago y con lo cual me identifico, sentiré que he dejado de existir. Pero si, por el contrario, hago lo que soy, mi verdadero ser podrá reflejarse de un modo único en más de una actividad, pues todas las actividades que realice serán solo medios para mí, y no fines. En otras palabras, tendré un trabajo para vivir y no una vida encadenada a un trabajo. Cualquier cosa que decida hacer será, para mí, una labor inspirada, un trabajo que realizaré desde el alma y con el alma. Esto me permitirá expresar mis valores en un contexto ético, ese que nutre al contexto en el que interactúo con los otros, empezando por el entorno más cercano y tangible, ese que expresa aquello que me hace único, aunque muchos otros hagan la misma tarea.
Mira, la labor que estamos destinados a hacer en este mundo puede tardar una vida en revelarse, y mientras buscamos, quizá desempeñemos más de un oficio o profesión. Yo, de hecho, he trabajado de muchas cosas en mi vida, e incluso hoy considero que soy un profesional multifacético (basta con que veas mi currículum para que te des cuenta de que no exagero en lo más mínimo). Pero lo que importa, en realidad, es saber en cada momento si soy lo que hago o hago lo que soy. Lo segundo, como te habrás dado cuenta, es lo correcto.
¿Por qué no hacer lo que nos gusta?
Es increíble como una idea tan básica y elemental como «hacer lo que nos gusta» puede terminar siendo tan decisiva en la vida de las personas. Pero, si te lo pones a pensar, el éxito y la felicidad dependen casi siempre de ella.
Si hacemos lo que nos gusta, es muy probable que construyamos una visión, eso que por lo general llamamos sueño, que no es otra cosa que el ideal de vida que imaginamos para nosotros mismos. Esto nos lleva, enseguida, a encontrar nuestra misión, que es, de algún modo, el legado que queremos dejarle al mundo después de haber recorrido nuestro muy personal camino por la vida.
Una vez que tengamos eso resuelto, será prácticamente imposible que no nos entreguemos con pasión a todas las tareas que emprendamos, y eso, en definitiva, nos hará ver las cosas de una manera más positiva.
Si te cuento esto es porque me entristece ver cómo la mayoría de las personas busca entregarse a sus tareas con pasión, pero sin lograr ese plus del que te hablaba. Y ojo que soy consciente de lo difícil que es encontrar qué es lo que más nos gusta hacer, y, mucho más, poder vivir de ello; pero las cosas deberían ser distintas, ¿no lo crees?
De hecho, por años escuché decir esta frase: «Si no puedes hacer lo que amas, más te vale amar lo que haces». Quienes la repiten son personas que se dedican a su tarea con mucha alegría, pero que no dudarían en cambiar de actividad si tuvieran la oportunidad de hacerlo.
Si bien el mensaje de la frase no es malo, decididamente no es el ideal. Es que, como te decía, lo importante es intentar siempre hacer aquello que en verdad nos alimenta el alma, lo cual (y no está de más que lo mencione) siempre dependerá de nosotros.
Inteligencia y cuidado, he ahí la clave
Cada vez que tengo la oportunidad de irme de vacaciones, aprovecho el tiempo no solo para descansar, sino también para reflexionar un poco sobre mi propio proceso de desarrollo espiritual e intelectual, y cada vez descubro cosas nuevas, las cuales me siguen acercando a mis objetivos de vida. Si pude lograr esto es porque descubrí qué es lo que más me gusta hacer en la vida, o sea, descubrí mi ikigai, y, honestamente, deseo que tú también logres lo mismo.
Pero no te asustes, esto no significa que tengas que tirar por la borda todo lo que has venido haciendo hasta ahora. Ten presente que cualquier cambio laboral o profesional que tengas en mente deberás hacerlo con suma inteligencia y cuidado.
Mi consejo, en todo caso, sería que te preguntaras si aquello que haces, es decir, aquello a lo que le estás dedicando tus esfuerzos cotidianos, te satisface al máximo. Si la respuesta es no, creo que es el momento de que pienses en un cambio y, fundamentalmente, en cómo llevarlo a cabo de la manera más inteligente y cuidadosa. Tal vez, así, encuentres tu razón para levantarte cada mañana.
¿Te animas?