¿Alguna vez se preguntaron cuánto es suficiente? La pregunta podría aplicarse a todo, pero me gustaría referirme hoy a los objetos y posesiones en general. ¿Alguna vez se preguntaron cuánto tiempo, energía y dinero gastan en comprar, limpiar y mantener objetos de todo tipo y tamaño? ¿Son plenamente conscientes de cuán influenciables somos por lo que hace la mayoría, por el deber ser, por la publicidad y por la moda? ¿Alguna vez reflexionaron si todo esto vale la pena y los acerca a la vida que realmente quieren?
Hace ya varios años comenzaron a rondar esas preguntas en mi cabeza e inicié muy lentamente un camino que se hizo largo, pero que, en definitiva, siento que es uno de los grandes aprendizajes que tuve en la vida y que, al compartirlo, tal vez pueda ser una pequeña luz para alguien.
Me gustaría comenzar a contarles algunas reflexiones y experiencias de la búsqueda y llegada a una vida más simple y, como dije antes, tal vez inspirarlos a tomar un nuevo rumbo. Pero tengo que darles una advertencia, este viaje definitivamente solamente tiene boleto de ida.
Simple está muy lejos de ser un sinónimo de fácil, pero, sin duda, lo simple nos acerca a una vida más significativa y feliz, y hace que todo el esfuerzo ampliamente sea recompensado. Si se están sintiendo estresados, sobrepasados de actividades, obligaciones, sin tiempo, energía y tal vez sin dinero, posiblemente todo esto se deba a que tienen demasiadas cosas.
Los cambios no ocurren de un día para el otro, pero que puedan reflexionar sobre las preguntas del comienzo de este artículo puede ser el puntapié para el inicio de un gran cambio, que estoy convencida que paulatinamente impactará en todas las áreas de sus vidas.
Hay infinidad de opciones para lograr cambios de estilo de vida, pero basada en mi propia experiencia y en la de personas a las que he acompañado en este proceso, considero que uno de los principales obstáculos, por no decir el principal, es la cantidad de objetos que tenemos, como también su orden y organización. Aun si están ordenados, la cantidad nos distrae de lo que es realmente importante en nuestra vida, e incluso no nos deja disfrutar al máximo de nuestros objetos favoritos.
Pienso que un gran porcentaje de la población es esclava de las cosas materiales, y yo también lo fui hasta hace un tiempo, independientemente de poseerlas o no. No ser conscientes de esto nos deja girando sin parar en una calesita de la que no nos podemos bajar. Es como estar atrapado en una relación tóxica, con la diferencia que son muy pocas las personas que podrían alertarnos sobre esto, ya que para una enorme cantidad de gente es la única manera de vivir conocida, y es lo que culturalmente aprendimos.
Si me permiten, voy a contarles por qué creo que somos esclavos de las cosas, y la idea es ir en orden.
1. La esclavitud es mental y aspiracional
Sufrimos por lo que no tenemos porque son muchos los estímulos externos. Estos nos prometen que con la obtención de determinado objeto seremos más felices, y lamentablemente nos lo creemos. Pero en definitiva no es más que una forma de escape de nuestro ser, y los objetos pasan a intentar llenar un hueco existencial. Intentamos a través de ellos ser valorados, aceptados, admirados y respetados.
2. La esclavitud del trabajo
Esta esclavitud por desear cosas nos conduce directamente a otro tipo de esclavitud: la de conseguir el dinero para obtenerlas. En el mejor de los casos, esto se traducirá en mucho trabajo, pero la rueda nunca para, y nunca nos vamos a sentir plenamente satisfechos. Siempre aparecerá algo novedoso, mejor, diferente, y retomando lo del vacío existencial, volverá a ubicarse como un nuevo objetivo a conseguir. El exceso de trabajo para pagar cosas que no necesitamos está bien visto dentro de nuestra cultura, y, sin ánimos de entrar en otros temas, vivimos en una sociedad capitalista. Algunos trabajarán en exceso, pero, si no llegaran a conseguir el objeto deseado, aparecerá la frustración, y esta hará que no puedan disfrutar de lo que ya tienen.
3. La esclavitud de la cantidad
Estos nuevos objetos que van apareciendo, que vamos deseando y por los cuales trabajamos para conseguir el dinero para comprarlos, en la mayoría de los casos, no vienen a cubrir una verdadera necesidad, porque seguramente ya contamos con alguno que suplemente la función que creemos está resolviendo. Pero, además, cuando agregamos el nuevo objeto al inventario de la casa, tendremos que disponer de más tiempo, dinero y energía para poder mantenerlo en condiciones. Aunque se crea que esto es insignificante, realmente no lo es, ya que utilizamos muchos recursos por cada objeto del que somos dueños.
4. La esclavitud del apego emocional
Si ese objeto fue heredado o fue regalado por alguien a quien le tenemos aprecio o cariño, se genera un sentimiento de culpa, y es como si estuviéramos traicionando a esa persona, sin evaluar si el objeto va con nuestro gusto o estilo de vida, y ahí es donde nos traicionamos a nosotros mismos. Es que los objetos nos hacen viajar en el tiempo transportándonos a diferentes situaciones del pasado y, por esto mismo, pueden hacernos sentir melancolía. En consecuencia, es fundamental comprender que las experiencias están en nosotros, y así nos desprendamos del objeto, nadie podrá quitarnos lo vivido.
¿Qué podemos hacer para poder romper las cadenas de la esclavitud en cada uno de estos aspectos?
Les dejo una lista con algunas respuestas:
- Tomar conciencia de que los objetos nos son cualidades nuestras, y entonces ya no va a ser necesario tener muchas cosas para sentirnos valiosos.
- Trabajar el autoconocimiento para ser nosotros los que pongamos riendas a nuestra vida y decidamos con qué objetos queremos rodearnos, que, en definitiva, es decidir qué estilo de vida queremos vivir.
- Dejar de idealizar el exceso de trabajo.
- Trabajar el desapego para así poder vivir más plenamente el presente.
Espero de corazón que puedan comenzar el camino hacia una vida más simple.
¡Nos vemos la próxima!
Si quieres saber más sobre Laura, escucha la entrevista que le hizo Rob Martínez en Ridyn Cast, el podcast de Ridyn.