Es frecuente, en los niños de esta edad, observar, cuando pierden de vista a su madre, que reaccionan exageradamente, con un llanto desconsolado, muchas veces pareciera hasta imposible de calmarlos.
Ante esta situación los padres realizan diferentes consultas con los profesionales de la salud y se arriba a la conclusión, que este comportamiento es completamente esperable porque se trata de la llamada “angustia del octavo mes”. Pero de qué se trata realmente y cómo debemos actuar ante el surgimiento de la misma.
La angustia del octavo mes o angustia de separación no es más que la sensación de pérdida de la persona amada que se genera cuando ésta se ausenta, justamente porque el niño pequeño no puede distinguir entre una ausencia temporal o una pérdida permanente. Es uno de los miedos más significativos del crecimiento emocional del bebé. Por eso, es importante saber cómo contenerla para que sea transitada por el bebé y la familia de la mejor manera posible.
Es un período que necesita de mucha paciencia y comprensión. Generalmente, el adulto tiende a reaccionar ansiosamente por calmarlo o asustado por no saber qué le pasa. Por eso se aconseja, mantener la tranquilidad para evitar exacerbar los síntomas del bebé y tratar de contenerlo otorgándole un sentido o significación a dicha acción.
Esta significación puede lograrse lúdicamente, es decir, jugar a “aparecer y desaparecer”, por ejemplo, es una forma de favorecer la elaboración de la angustia, ya que el bebé puede percibir que recupera a la persona amada.
También el despedirse del bebé al marcharse y saludarlo al volver, está marcando el comienzo y el fin de la separación. Dicho comportamiento no evitará que el niño llore pero sí que renueve su confianza y seguridad en sí mismo de manera paulatina.
Es sugerible consultar siempre a un profesional, sobre todo si el niño presenta otras manifestaciones no mencionadas.