Nunca he logrado entender cómo existen personas que se quedan paralizadas ante la posibilidad de tomar una decisión que podría modificar positivamente sus vidas. Ya sabes, alguien al que se le presenta la oportunidad de mejorar su salud y no la toma porque prefiere quedarse en casa viendo televisión; una persona que siempre ha soñado con tener una relación sentimental estable, y cuando la invitan a salir, prefiere seguir esperando a la persona perfecta, o ese otro al que se le presenta una pequeña idea de negocio y opta por seguir esperando el próximo golpe de suerte que lo haga millonario instantáneamente.
Todos estos ejemplos son tomados de personas cercanas a mí, y cada uno de estas personas, en la actualidad, está estacionada en su vida, esperando y esperando a que todo suceda, sin dar nada a cambio.
Hace unas semanas, un amigo y yo hablábamos sobre una chica que ambos conocíamos y me contaba su experiencia tras haber trabajado juntos, la historia cerraba con esta expresión: «Esa chica es una hacedora, no importan las condiciones, a ella le gusta hacer que las cosas sucedan». Me resonaron tanto esas palabras que decidí pensar en ello y recordé una frase de Los siete hábitos de las personas altamente efectivas, de Stephen Covey, que dice: «Tomar la iniciativa no significa ser insistente, molesto o agresivo. Significa reconocer nuestra responsabilidad de hacer que las cosas sucedan».
Me resulta tan poderoso el mensaje porque creo que nosotros tenemos la responsabilidad de hacer que eso que nos apasiona de verdad lo experimentemos en nuestra vida, es decir, suceda, obviamente, bajo nuestro control y siempre con la mirada puesta en el disfrute, en la responsabilidad y en el amor más sincero por eso por lo que estamos trabajando, eso que, sin duda, nos representa sin cuestionamientos.
Hacer que las cosas sucedan supone una aventura repleta de satisfacciones, un privilegio que debemos disfrutar desde el primer momento en que tenemos plena conciencia de eso que queremos lograr. Unas líneas más arriba leíste la frase «hacer que eso que nos apasiona de verdad lo experimentemos en nuestra vida», y esa es la clave, perseguir aquello que es nuestro, aquello que nos habla desde el corazón en conjunción con nuestra mente, y no la proyección de las metas de los otros.
Hoy te invito a que comiences a trazar el camino para hacer que eso que deseas desde hace tiempo, finalmente, suceda.