Cada decisión trae consigo un aprendizaje
Susurró un débil – te quiero –, y no pude confesarle que yo también. Básicamente porque aún no dejé de quererte a vos.
El invierno irrumpió en el escenario junto a su anual misión de despojarnos de todos aquellos fragmentos que fuimos dejando caer a lo largo y ancho del otoño. Quizás hemos llegado a la estación más compleja de todas: La verdad.
¿Por qué mentirnos a esta altura del viaje?, ¿por qué aconsejar vivir aquello que no nos representa?, sí al final de cuentas el invierno nos pone a prueba por igual. Quitándonos o enfocándonos en todo aquello que no tenemos y por lo que no hemos sido capaces de luchar, para aún conservar.
Yo no puedo decir “te quiero”, porque hoy no puedo querer a nadie. Mi corazón está completamente helado. Y junto a él, se helaron todas aquellas partes que me hacían sentir un poco más humano.
Es probable que nunca hayamos tenido esta conversación honesta, en la cual pudiera contarte un poco acerca de lo que tu amor tapó, el día que me embistió. Seguramente falte mucho para entablar esa conversación, pero hoy puedo asegurarme que me siento en aquel casillero en el cuál anhele estar.
Rodeado de desafíos, sueños y metas por alcanzar. Empachado de sonrisas y alegrías que me gusta contagiar. Y aunque el corazón se pudo haber congelado, hay una parte de mi esencia, que hoy habita y gobierna en los helados ensueños invernales. Permitiendo vibrar, proyectar y planificar con templanza cada una de aquellas actividades que espero alcanzar.
Pero no soy tonto. Y gran parte de vos, a mi pesar, tampoco resguarda una incapacidad para ocultar aquel enorme elefante dentro de nuestra habitación. No lo podemos ocultar. Nos está ocurriendo: El invierno quiere saber sí estamos listos, definitivamente, para desvanecernos debajo de su manto poco piadoso.
¿Estamos listos para dejarnos morir, Bé?;
¿Estamos listos para dejar que el inviernos cumpla con su misión?
Creo que nuestro muro de hielo no va a cesar con su existencia en este momento, pero sí va a modificar gran parte de nuestro futuro. Ya que poco a poco nos acercamos a un punto sin retorno.
Sin futuro.
Sin nosotros.
Y aunque durante este último tiempo llegué a la conclusión de que toda ruptura, toda separación o fractura sentimental, nos aporta un tanto de luz en aquellos rincones donde durante mucho tiempo cobijamos oscuridad.
El desafío siempre está en abrazar esa realidad que completa el todo. Puesto que, la Luna es mitad reflejo y mitad sombra. Y sin esas mitades, quizás no sería la Luna.
Al igual que nosotros.
Quizás, sin todo el amor que nos tuvimos, y todo el amor que hoy no compartimos, tal vez no seríamos nosotros. O al menos, no estaríamos progresando en la renovación de nosotros mismos.
El invierno pide sentencia, a pesar de la cautela que mantuvo el otoño al pedirnos que aprendamos amar. Hoy nos encontramos a un párrafo o una simple línea que nos habilite o motive a escribir una página más.
Hoy estamos envueltos por el gélido desafío de un invierno que no nos tendrá piedad.
Quizás, ya me encuentro preparado para enfrentar este invierno sin vos. Quizás, no.