La imposición de la cuarentena y las aulas vacías reabren el debate… ¿Trabajan los docentes lo suficiente?
Como sociedad hace por lo menos una década esperamos que el sistema educativo de un salto cuántico. Pero por otro lado, la imagen social de los docentes sigue siendo la misma y corresponde a medio siglo atrás.
Los docentes argentinos, este año, han demostrado ser profesionales versátiles, capaces y dispuestos a afrontar nuevos desafíos; capacitándose en tiempo récord para el eficiente uso de las nuevas tecnologías. Además, de poner al servicio dispositivos tales como celulares, tablets, pcs.
Esto es un verdadero cambio de paradigma, ya que en situaciones convencionales (pre cuarentena) el docente tenía como herramientas fundamentales a sí mismo y sus saberes. En cambio, ahora aparecen como una suerte de intermediarios en esta dinámica, los entornos virtuales y los dispositivos tecnológicos. Frente a este requerimiento, no han sido pocos los docentes que tuvieron que adquirir estos medios para estar a la altura de las circunstancias.
Queramos o no, esta forma de educación llegó para quedarse y creo que por fin está contemplando las verdaderas necesidades y expectativas de los sujetos de la educación. Si le preguntamos a cualquier chico o chica de la escuela primaria o secundaria, qué es la escuela para ellos… seguramente, la primer respuesta tenga que ver con el valor social que para ellos representa.
Ya empiezan a oírse algunas voces pronunciarse al respecto; donde se plantea la convivencia entre la virtualidad y los encuentros presenciales. A esto agrego: una buena estrategia sería, la producción del tipo personal de cada estudiante en el ámbito virtual y utilizar los encuentros presenciales para trabajos de socialización (dinámicas grupales, debates, etc.).
La convivencia de las clases virtuales con las clases presenciales puede generar grandes beneficios. De modo que la transmisión de conocimiento continúe en el ámbito virtual y los encuentros presenciales constituyan verdaderos espacios de socialización y debate, que sin dudas enriquecerá los procesos de apropiación de conocimiento individuales.
Pero volviendo a la pregunta central; ¿Trabajan los docentes lo suficiente? Se la popularizado la tendencia a creer que no. Pero esto nace de la acción manifiesta de no reconocer el trabajo dentro y fuera del aula. Por ejemplo, en la evolución de un estudiante durante su trayectoria escolar. Pues bien, detrás de esa evolución está (implícita)la labor docente. Con respecto a esto, uno de los saldos a favor que nos deja está cuarentena es que las familias pudieron ver más de cerca el proceso de enseñanza/aprendizaje de sus hijos. Y, en muchos casos, la relación familia-escuela creció significativamente.
En la escuela se forman verdaderas redes de contención dónde no sólo se enseña sino también se guía y contiene a los estudiantes que así lo necesitan. La máxima siempre es el bienestar, tanto psíquico como emocional, de los estudiantes. Y la respuesta no se hace esperar, un estudiante feliz es un estudiante que produce conocimiento.
Más allá de debates intrigantes, todos los sujetos de la institución escuela han demostrado una alta capacidad de adaptación en la actual coyuntura. La escuela, aún a pesar del COVID-19 sigue siendo productora de conocimiento, solidaridad, proyectos.
Y fundamentalmente, la escuela es productora de prácticas sustentables. Porque formar ciudadanos responsables y conscientes es una manera de contribuir a la conciencia global, el cuidado del medio ambiente y el respeto a la salud pública.