ntre el 24 y el 27 de Octubre de 2014 Bogotá celebró el décimo aniversario de la Feria Internacional del Arte, con la participación de 66 Galerías de 19 países del mundo, en las que se destacan los representantes por la Argentina: las galerías de Ignacio Liprandi Arte Contemporáneo y Ruth Bencazar Galería de Arte, teniendo además participación en las mesas redondas charlando sobre Colecciones Institucionales desde y sobre Latinoamérica, el director de Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (MALBA), Agustín Pérez Rubio.
Las colecciones presentadas son apabullantes como objetos-símbolo para elucubrar, interpretar, asimilar e idear un diálogo con sus significaciones.
Existen proyectos individuales de jóvenes artistas como “El cambio de todo lo que permanece”, proyectos colectivos de diálogo entre el diseño y el arte como “El uso estético del objeto”, la sección “Articularte”, para la creación y experimentación del público visitante, y la sección “Referentes” con obras de artistas colombianos consagrados en el país y en el exterior entre los años 1950 a 1980, como símbolos inquietantes de una época pasada que puede servir de modelo paradigmático: Bernardo Salcedo, Débora Arango, Feliza Bursztyn, Luis Caballero y Ramírez Villamizar, época en la cual, curiosamente, dominaba como crítica de arte la argentina Marta Traba, quien fuera profesora de Arte e iniciadora del Museo de Arte Contemporáneo MAMBO, de Bogotá, años que igualmente son recordados como muy nefastos por la violencia desatada, ya que se presentaron más de doscientos mil muertos en una guerra civil no declarada, y de donde parten como herencia las actuales FARC.
Pero, ¿qué se experimenta y se siente en esta colección?, una especie de oferta de objetos disimiles que pueden tener un sentido, ya sea estético, existencial, plástico, o histórico, y en donde se recogen también los árboles como objetos medio-ambientales y plásticos, porque ¿qué mas estético y simbólico y bello de la vida y de su persistencia, que un árbol que ha sido intervenido para que continúe vivo y posea sus hojas ejerciendo funciones de fotosíntesis y clorofiliana?
Dice el curador indio Ranjit Hoskote, mencionado por el catálogo de ARBO:
“ Una Bienal es un ambiente discursivo, un teatro que permite poner en escena los argumentos, especulaciones e investigaciones que le conciernen a la naturaleza de nuestra condición contempo-ranea común diversamente ramificada y demandante”
En medio del marasmo de los objetos discursivos, que como medios expresivos, se entrelazan en consideraciones estéticas y plantean diálogos con los visitantes, sobresale para una persona como el suscrito, ese dibujo de rasgos lineales y de garabatos simples y sencillos que se halla fuera de los grandes museos clásicos, como de un niño ingenuo que, mediante unas pocas líneas, insinúa un mudo que puede ser esa repetición que nos abruma sobre los crímenes y muertes en sesenta años que dura la eterna violencia en Colombia, que se renueva todos los días, hasta la débil línea que describe el pétalo de una flor que representa tal vez un suspiro o un anhelo no conseguido o frustrado.
Igualmente, en un recodo de sus laberínticos caminos nos encontramos con la luz y la sombra que proyectan en una pared unos ojos anhelantes y tímidos, junto a unos cuchillos, sumidos en la oscuridad de un cuarto oscuro, o la obra monumental que abruma por sus incógnitas y misterios
CONCLUSIÓN
Sobre lo que es ARTBO, como una feria-arte de los significantes y de lo significado, en alguno de sus foros se dijo: que en una exposición plástica y significativa como la muestra presentada, la forma de curar u organizar dicha presentación representa un discurso político, social y cognitivo.