En los últimos meses he reflexionado sobre los entornos que rodean nuestra vida: familia, trabajo, amigos, pareja, etc., y más específicamente, sobre los conflictos que se generan en cada uno de estos escenarios. Creo que deberíamos aceptar que a veces nos desviamos del rumbo elegido, y esto pasa porque perdemos el foco de lo que de verdad deseamos obtener. Ocupamos tanto tiempo luchando y creando una barrera tras otra que terminamos por obstaculizar el recorrido diario de nuestras acciones. Por eso me pregunto, ¿debemos seguir luchando o debemos rendirnos?
Para algunos, detenerse significa rendirse, pues suponen que hacerlo es el producto de un cúmulo de fracasos. Para otros, en cambio, tomar la decisión de rendirse es la opción más inteligente y, por consiguiente, lógica. Las personas que se sumergen en la infelicidad general, que tienen relaciones que rozan el abuso o que se aferran a proyectos que son eternamente inconclusos sienten la necesidad de insistir, incluso en plena disconformidad, queja, desolación o resentimiento. Es que muchas veces caemos en el error de creer que insistir hará que todo cambie, pero lo único que acarrea es más disconformidad, más miseria y más descontento.
Seguramente, te sentirás identificado con esta descripción. Y es que todos hemos pasado por esa situación alguna vez. Si lo piensas bien, tu mente guarda el recuerdo de alguna vivencia parecida. Hablando con un amigo psicólogo, llegamos a la conclusión de que la opción ideal para romper ese iceberg es «rendirse», con la piadosa actitud de quien sabe que ya no puede seguir por el mismo camino y que debe encontrar una mejor. Cuando puedes decir: «hasta aquí», pones fecha de vencimiento a la infelicidad y abres posibilidades enormes para un nuevo modo de vida.
Recuerda que cuando aquello en lo que insistimos no quiere avanzar, debemos dejarlo ir, con la convicción de que ya hemos hecho nuestro trabajo. Acto seguido, debemos concentrarnos en definir cuál era el real motivo de esa aspiración y replantearnos nuevas posibilidades. Mira que la vida es como un saco con arroz, ¿cuántos granos de oportunidades se encuentran dentro? Tómalas todas.
*Texto incluido en El tiempo y el lugar de las cosas