Yo te ataco.
Vos me atacás.
Ambos atacamos a los demás
y estos atacan a los otros.
Los otros, juntos, nos atacan.
Y así
nos vamos bombardeando.
Y en esos contraataques
expandiendo nuestros propios campos minados,
en cuyos injertos de furias e inhumanidades
somos nosotros
los detonadores de nuestras existencias
y exterminadores
de días que no nacerán.