No es común que alguien dedicado a la literatura, la gramática y la ortografía quiera ocuparse de una película. Si esto ocurre, es porque la película en cuestión presenta un interés especial para alguna de las áreas mencionadas. Hablo de La llegada, una cinta de ciencia ficción dirigida por Denis Villeneuve y protagonizada por Amy Adams, Jeremy Renner y Forest Whitaker que se estrenó a fines de 2016 en la Argentina (país donde resido), y que recién tuve la oportunidad de ver hace unos días.
En principio, podría decir que no se trata de una simple película de extraterrestres, pues el guion (adaptación de Eric Heisserer de la novela corta de Ted Chiang La historia de tu vida) está centrado en otra cosa. El argumento, a grandes rasgos, es el siguiente: tras el arribo de 12 naves extraterrestres a la Tierra, los altos mandos militares de EE. UU. —uno de los puntos de aterrizaje elegidos por los alienígenas— le piden a una calificada lingüista (Amy Adams) que intente descifrar la lengua de estos misteriosos recién llegados para poder así averiguar el propósito de su visita.
Si bien el papel de Adams es importantísimo, me atrevería a decir que la gran protagonista de esta película es la lingüística, en especial, los estudios de Edward Sapir (1884-1939) y su discípulo Benjamin Lee Whorf (1897-1941), que luego retomarán las corrientes relacionadas con el relativismo lingüístico de las décadas del 60 y 80 del pasado siglo. Recordemos que, para estos autores, nuestro pensamiento está condicionado por las categorías que nos suministra la lengua que utilizamos; hecho que, sin duda, restringe nuestra organización imaginaria de lo real.[1] De acuerdo con esto, tanto la actividad mental de los hablantes como su particular visión de mundo serían el resultado directo de una determinada estructura idiomática, cuyos elementos, desafortunadamente, no siempre pueden traducirse.[2] Ahora bien, detrás de estas hipótesis hay un interesante punto de vista del que sin duda se vale la película: la supuesta correspondencia entre el concepto de linealidad lingüística y el concepto de linealidad espacio-temporal.
Gracias a los inestimables aportes de Ferdinand de Saussure, sabemos que los signos lingüísticos responden al principio de linealidad, es decir, que se ordenan en secuencias temporales, ya que es fisiológicamente imposible para el aparato fonador humano producir más de un sonido a la vez.[3] Para que este carácter lineal se conserve en la escritura, el tiempo es sustituido por el espacio; así es como respetamos un orden sintagmático, un orden oracional y un orden textual, con sus respectivas reglas morfosintácticas, de coherencia y de cohesión. Huelga decir que pensamos el mundo con arreglo a esta estructura (al menos, los que hablamos lenguas derivadas del tronco indoeuropeo). Pero ¿qué pasaría si nuestros signos lingüísticos se expresaran, por ejemplo, de manera circular? Si aceptamos las teorías de Sapir y Whorf, en un caso como el que planteamos, acabaríamos por concebir también el tiempo de manera circular. Pues bien, La llegada le hace esta misma pregunta al espectador, aunque la respuesta que le ofrece termina por apoyarse más en la fantasía que en el rigor científico.
Con todo, les recomiendo esta película. Ya que, como dije anteriormente, no es común que la lingüística (o el relativismo lingüístico, para ser más precisos) tenga tanto protagonismo en un filme de estas características.
[1] Véase Sapir, E. El lenguaje: introducción al estudio del habla. México, FCE, 1991.
[2] Véase Whorf, B. L. Lenguaje, pensamiento y realidad. Barcelona, Seix Barral, 1971.
[3] Véase Ferdinand de Saussure. Curso de lingüística general, Buenos Aires, Losada, 1990.
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Crédito de imagen: FilmNation Entertainment
¡Una de mis películas favoritas! gracias por este punto de vista Flavio. Un abrazo.
Abrazo, Rob.