Por Angie Ferrero | Argentina.
as historias de Superhéroes tienen un público sin edad. Allá en los ochenta, Superman realmente volaba en la pantalla. La generación que lo vio, al conocer el secreto de los efectos especiales, se dedicó a volar sobre la mesa del comedor con el mantel como capa.
En aquellos años, las películas y series de Superhéroes eran una rareza
Así los cómics (que desde la década de los cuarenta luchaban por tener su lugar en la pantalla) comenzaban a ganarla. Los protagonistas más destacados, claro, eran Superman, el Capitán América y Batman. Las revistas de cómics, ajadas de tanto leer y releer, no perdían sin embargo su estatus. Eran la fuente de la verdad y la coherencia de las historias que se proyectaban.
Pero eso es pasado. En los tiempos que corren, las películas y series de Superhéroes se ubican como un género más junto a los géneros clásicos. En la lucha que se desató entre las duplas Walt Disney – Marvel, Warner Bros – DC Cómics y la porción que le pertenece a Fox, Universal y Sony, la filmación y estreno de proyecciones pertenecientes a este género, tiene tanta frecuencia como palpitaciones cardíacas un colibrí. Y el atractivo ya no se reduce únicamente a los protagonistas de los legendarios cómics. A ellos, se suman nuevos personajes, superpoderes, antihéroes, villanos y archienemigos, nacidos pura y exclusivamente de la industria del cine: Los Increíbles, por nombrar un ejemplo. Con todo esto, se crean y recrean nuevas películas y series, con mixturas de géneros, personajes e ideas infinitas, las que se alejan cada vez más de la fórmula tradicional por la que surgía en el mundo un Superhéroe.
El sueño parece nunca acabar. Y a pesar de su nuevo tinte comercial, los fanáticos de los cómics de antaño no se quejan, sino que disfrutan solos, con amigos o en familia, de las nuevas películas. No está de más agregar que también siguen las series por TV o en Internet.
Para todos los gustos y críticas, los Superhéroes y todo lo que los rodea se convierte en una mina de oro para la industria cinematográfica. Y se pueden hacer – rehacer listados acerca de las mejores y peores películas, da lo mismo: no se pueden dejar de ver. A ello se suma que si bien algunas son más livianas que otras en contenido, las películas y series de Superhéroes no son únicamente entretenimiento y evasión de la realidad. En ellas nunca deja de plantearse el dilema entre el bien y el mal. O mejor dicho y en realidad, lo que a todos nos concierne: la naturaleza y condición humana.
Muchos sostienen que en algún momento es probable que todo esto colapse y se genere una sobre-saturación del género. Ello, con motivo de la infinidad de proyecciones que se estrenan, por el abuso de los efectos especiales y la desnaturalización que se produce de la meta inicial de los cómics desde los principios de su existencia. Sin embargo, habrá que sentarse a esperar y ver qué pasa.
Por lo pronto, basta con recordar que cualquier trozo de tela puede ser una capa, que una mesa puede convertirse en una pista de lanzamiento para volar y una lapicera ser un arma letal. Todo esto claro, sin olvidar que no hay nada mejor que tararear la música compuesta por John Williams o Danny Elfman, entre otros ejemplos, para sentirse uno mismo, un Superhéroe.