Charla con un escritor y director de obras exitosas. Javier Daulte recibió más de cien distinciones nacionales e internacionales. Su novela El circuito escalera (2017) (Entrevista 23 de agosto 2018).
(DD) ¿Proyectos actuales? (JD) El 4 de setiembre se estrenó una obra nueva se llama Valeria Radioactiva en el Teatro Espacio Callejón, es mi último texto, que dirijo también. Con elenco compuesto por María Onetto, Héctor Díaz, Maida Andrenacci, Inés Palombo, Daniela Pantano, Jorge Gentile y mi hijo Agustín Daulte. En cartel están en el Metropolitan, Los vecinos de arriba de Cesc Gay, que dirijo con Florencia Peña , Diego Peretti y Julieta Vallina. En el Espacio Callejón: Ni con perros, ni con chicos, los días lunes, Siniestra (viernes) y los sábados Clarividentes.
(DD) ¿Live motive para escribir? (JD) Son muchas las cosas, depende el caso. En general, es una inquietud, algo que me viene insistiendo hace un tiempo, ya sea por tema o por dispositivo escénico, porque te dan ganas de investigar un aspecto del teatro o porque hay una historia que hace rato me está insistiendo de algún modo, me provoca los actores, las ganas de trabajar con determinados actores o grupos de actores y a veces se juntan todas esas cosas. “Siempre tengo ganas de contar una historia”, me entusiasma, me gusta. “Es una apetencia que nunca se satisface” la de querer contar una historia. Escribirla no es fácil pero yo lo disfruto mucho.
(DD) ¿Sabes de antemano, si una obra tendrá éxito? (JD) Si supiera eso, sería la persona más rica del mundo. Me ha pasado, pensar que iba ir bárbaro y no fue así o viceversa. Siempre de todos los colores. Lo que si puedo saber, de antemano, es si está bien o no. Como responde el público, eso es un misterio. Para que el éxito o fracaso sea lección de vida, hay que tener de las dos cosas. Sólo del éxito no se aprende nada, ni sólo del fracaso no se aprende nada. Creo que si uno trabaja y tiene la oportunidad de trabajar mucho como tengo yo, tiene experiencia de todo tipo. Hay un aprendizaje permanente. Siempre por supuesto tratamos de poder anticiparnos. Hay cosas que son más seguras de antemano y otras más arriesgadas. En general, cuando me ofrecen materiales y si hablamos de la calle Corrientes, donde se mide mucho el éxito y el fracaso, me interesan mucho sobre todo obras que me implican algún tipo de desafío, por diferentes razones, por lo que plantean, o que me generan desafíos como director, otras veces, cuando el desafío tiene que ver con el elenco, como en el caso de dirigir a Francella o a Alcón. “Si yo sé cómo la voy hacer, digo que no, porque siento que me voy a aburrir”. Tomo muy en cuenta,, el equipo de actores con los que voy a trabajar porque, cuando uno ensaya, convive mucho con ese equipo y tiene que pasarlo bien. ”Debe ser una experiencia de disfrute” por lo menos en el encuentro, porque después las dificultades vienen y siempre aparece en algún momento, cierta crisis, entonces que haya un grupo de gente amena y agradable, para mi es fundamental.
(DD) ¿El proceso creativo de tu primer libro El circuito escalera? (JD) Es mi única novela, por el momento. Tengo ganas de incurrir nuevamente en la narrativa. Tengo unos relatos, no tan breves, serían cuentos largos, que me dan ganan de arman un volumen. El proyecto de una novela, existe. Una novela es como “construir un transatlántico”. Es muchísimo trabajo.
El circuito escalera la escribí en dos períodos de mi vida. Una, la empecé en el 2007 o 2008, fue un impulso muy grande, era sumergirme en algo que me gusta mucho de la novela, como lector y que nunca me había atrevido, ni de casualidad. No pensé nunca que la iba a terminar, menos que la iba a publicar. Disfrute mucho escribiéndola. Duro casi un año. Escribía a mano, en cuadernos. Después que pasaron unos cuantos años, me decidí a retomarla y lo primero que hice fue transcribir esos cuadernos al Word y ahí fue reencontrarme con esa novela. Tenía claro, más o menos, un plan hacia donde quería ir, el arco de la historia, pero escribirla era una aventura permanente, la creación de personajes, de situaciones, “es como un juego maravilloso”, estuve mucho tiempo sumergido. Llevó alrededor de un año, escribir todos los días. Fue una experiencia realmente hermosa. Cuando la termine dije uy.. a ver,. Se la di a leer a un par de personas, les gustó mucho, entonces me dio ganas de publicarla. Fue todo muy tranquilo. Primero que nada, el proceso de escribirla fue “una experiencia privada”,
(DD) ¿El autor se enamora de sus obras? (JD) Las obras son, como se dice muchas veces, como hijos. Uno, difícilmente pueda preferir a uno que a otro. Uno puede contar la relación que tiene con cada una de sus obras y todas forman parte de lo que uno es. Hay obras que me han traído muchas cosas muy lindas, me han dado muchísimas satisfacciones, con el afuera, pero cada “obra es una marca que uno lleva para siempre”.
(DD)¿Qué vale de una historia? (JD) Todo forma parte de una obra, no se trata solo de contenido, ni solo de forma. Justamente cuando la combinación entre contenido y forma se da de manera ajustada, es cuando más disfrutamos nosotros como lectores o como espectadores. Justamente, la tarea de un dramaturgo es encontrar formas atrapantes, interesantes y atractivas de poner esos contenidos de manifiesto.
… Pasa que uno escucha un chiste, uno lo cuenta y no le hace gracia a nadie, porque no lo sabe contar. Un dramaturgo sería el que sabe contarlo para llamar la atención y generar un efecto sobre el público.
(DD) Javier Muchas gracias!!!