Una ciudad que nunca calla
Buenos Aires es una de las ciudades más vibrantes de América Latina. Sin embargo, su dinamismo viene acompañado de un problema grave: la contaminación sonora. Según la Agencia de Protección Ambiental de la Ciudad (APrA, 2022), los niveles de ruido en avenidas porteñas alcanzan entre 75 y 85 decibeles, muy por encima de los 55 decibeles recomendados por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como límite seguro para la vida urbana. Esto significa que gran parte de la población porteña está diariamente expuesta a niveles de ruido que pueden afectar la salud física y mental.
El impacto del ruido en la salud
El ruido excesivo no es solo una molestia pasajera: sus efectos están documentados en múltiples investigaciones. Pérdida auditiva progresiva: la exposición continua a sonidos de más de 70 decibeles acelera la hipoacusia.
Estrés y fatiga mental: estudios de la European Environment Agency (2020) confirman que el ruido urbano está vinculado al insomnio y a altos niveles de cortisol. Problemas cardiovasculares: la OMS advierte que la contaminación acústica aumenta el riesgo de hipertensión y enfermedades cardíacas.
Reducción de la concentración y la productividad: el ruido constante afecta la atención, algo crítico en contextos laborales y académicos. En un contexto como Buenos Aires, con tránsito intenso, vida nocturna activa y obras en construcción, la salud auditiva se encuentra bajo amenaza constante.
La prevención como clave
La OMS estima que más de 1.500 millones de personas en el mundo viven con algún grado de pérdida auditiva y que para 2050 esa cifra podría aumentar a 2.500 millones si no se toman medidas preventivas. La solución más eficaz y accesible para reducir el impacto del ruido es el uso de protectores auditivos. Estos dispositivos permiten disminuir la exposición a frecuencias dañinas, sin aislar por completo del entorno. Es decir: protegen, pero mantienen la conexión con lo que pasa alrededor.

Clog: innovación argentina en protección auditiva
En este escenario, Clog se posiciona como una marca argentina que entiende la urgencia de cuidar la salud auditiva en contextos urbanos. Sus protectores están diseñados para:
Reducir las frecuencias que dañan el oído sin perder calidad de sonido.
Ofrecer un diseño ergonómico que asegura comodidad incluso en usos prolongados.
Adaptarse tanto a la vida cotidiana en Buenos Aires como a actividades específicas como recitales, deportes o trabajo en ambientes ruidosos.
Probé los protectores: “Después de usarlos en diferentes contextos—desde recitales hasta viajes en subte— puedo asegurar que los protectores Clog son cómodos, discretos y realmente efectivos. Se sienten naturales y permiten disfrutar de la vida urbana sin el impacto nocivo del ruido”.
Beneficios de usar protectores auditivos Clog
1. Prevención comprobada: estudios de la American Journal of Audiology (2020) señalan que usar los protectores reducen hasta un 30% el riesgo de pérdida auditiva en trabajadores expuestos a ruidos intensos.
2. Mejor descanso: al disminuir el impacto del ruido ambiental, favorecen la calidad del sueño, clave en una ciudad que nunca descansa.
3. Mayor concentración: ideales para estudiantes y profesionales que necesitan foco en ambientes donde el ruido es inevitable.
4. Bienestar integral: reducir la exposición sonora ayuda a disminuir los niveles de estrés, mejorando la calidad de vida.
El cuidado auditivo no suele ocupar un lugar central en las conversaciones sobre salud, pero debería hacerlo. A diferencia de otros problemas médicos, la pérdida auditiva inducida por ruido es irreversible. Una vez que las células ciliadas del oído interno se dañan, no se regeneran.
En un mundo cada vez más ruidoso, prevenir es el único camino. Y marcas como Clog demuestran que se puede hacer de manera práctica, accesible y cómoda.
La salud auditiva es un pilar del bienestar general y un derecho que debe ser protegido. En Buenos Aires, donde el ruido forma parte de la identidad urbana, tomar medidas preventivas es esencial. El uso de protectores auditivos como los de Clog no es solo una elección inteligente, es una inversión a largo plazo en salud y calidad de vida.