Me despierto y, sin pensarlo demasiado, arranca el día.
Rutinas, compromisos, pendientes. Se hace de noche, y empieza otra rutina, la del cierre, el cansancio, el preparar todo para que mañana vuelva a empezar.
¿Te pasa?
Es fácil entrar en piloto automático. Y cuando nos damos cuenta, los días, las semanas y los años pasan. Por eso tener objetivos puede ser una forma poderosa de salir de ese modo automático.
Pero… ¿qué tipo de objetivos estamos eligiendo?
¿Son realmente nuestros?
¿Nacen desde un deseo genuino, desde lo que sentimos, elegimos y queremos hoy?
¿O vienen más bien de lo que creemos que “deberíamos” hacer, de lo que se espera, de lo que nos dijeron que era lo correcto?
Muchas veces corremos detrás de metas que no nos pertenecen. Objetivos que, sin darnos cuenta, terminan siendo para que otros estén bien, para encajar, para no decepcionar.
¿Pero qué pasa con lo que queremos nosotros?
Con esos objetivos que salen desde lo más profundo.
Los que nos hacen brillar los ojos.
Los que nos conectan con esa versión nuestra más auténtica, más libre, más viva.
Para diseñar objetivos que de verdad sean nuestros, primero hay que mirar hacia adentro.
¿Quién soy hoy?
¿Qué me hace bien hoy?
¿Qué me mueve, qué me motiva, qué me enciende?
No siempre es fácil responder esas preguntas. A veces nos desconectamos tanto de nosotros mismos, que ya ni sabemos lo que queremos.
Pero en los pequeños momentos, aparecen pistas:
“Voy al trabajo todos los días, está bien… pero lo que realmente me llena son las clases de reiki que empecé hace dos meses.”
“Me cambia la semana cuando voy a yoga.”
“Espero los martes con ilusión, porque son los días de mis clases de teatro.”
Esos momentos son faros. Nos muestran el camino hacia lo que nos hace bien de verdad.
Y una vez que identificamos esos deseos genuinos, llega el paso más importante: la acción.
Porque si no accionamos, si no le damos espacio real en nuestra vida, ese objetivo queda solo en deseo, en idea, en sueño.
¿Qué necesita ese objetivo para convertirse en realidad?
¿Tiempo? ¿Energía? ¿Espacio en tu agenda?
Probablemente sí. Y ahí es donde muchas veces nos frenamos. Porque lo urgente nos devora lo importante. Porque siempre hay algo más que hacer antes que ocuparnos de lo que nos llena el alma.
Pero esos objetivos, los verdaderos, también merecen un lugar.
Y darle ese lugar habla mucho del valor que nos damos, de la confianza que tenemos en nosotros mismos.
La clave está en empezar a tratar eso que queremos hacer como algo tan importante y obligatorio como lo que tenemos que hacer.
Así que hoy te invito a preguntarte:
- ¿Qué objetivo auténtico vas a crear desde tu verdad?
- ¿Cómo vas a comprometerte con vos para que eso se materialice?
- ¿Qué es lo verdaderamente importante para vos hoy?
Porque al final, lo más importante no es cumplir con todo.
Es cumplir con nosotros mismos. Con nuestras promesas, con nuestros sueños, con eso que nos hace sentir vivos.
Te deseo un día donde te animes a escucharte.
Y que hoy, aunque sea un poquito… te elijas.