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El parral del fondo

«El abuelo continuaba negando con la cabeza, quizás ofuscado, y balbuceaba o maldecía o puteaba, pero movía los labios y miraba para cualquier lado. Nicanor se levantó y enfiló para el baño, cerquita nomás del parral. Volvió con la cara lavada y, un poco más tranquilo, se quedó parado observando cómo el sol golpeaba sin piedad el panal de abejas, que revoloteaban por ahí».

El sudor del caballo blanco

Así comienza este hermoso relato: Relincha el caballo blanco y luego se echa a correr por el campo; corre cada vez con mayor velocidad hasta que su cara se deforma y sus crinas se dispersan por el aire. Disfrútalo completo haciendo click aquí: