El parral del fondo
«El abuelo continuaba negando con la cabeza, quizás ofuscado, y balbuceaba o maldecía o puteaba, pero movía los labios y miraba para cualquier lado. Nicanor se levantó y enfiló para el baño, cerquita nomás del parral. Volvió con la cara lavada y, un poco más tranquilo, se quedó parado observando cómo el sol golpeaba sin piedad el panal de abejas, que revoloteaban por ahí».